En el vibrante entorno del PoloHUB Studio de Saint Tropez, Alana Savoir y su familia protagonizan una historia de verano con aroma a caballo, mar y tradición. Junto a sus hijos Liam y Nisha, esta familia franco-mexicana comparte una vivencia marcada por el deporte, la unión familiar y el deseo de crecer en el mundo del polo.
Si bien el clima de este verano fue más fresco de lo esperado, eso no empañó la experiencia. Para Alana, el verdadero calor viene de la comunidad del club. Destaca la camaradería entre jugadores y peticeros, y cómo ese espíritu la hace sentir en casa, incluso más que en otros clubes europeos como Sotogrande.
Las instalaciones del PoloHUB no pasan desapercibidas. El restaurante, el gimnasio de primer nivel —¡con crioterapia incluida!— y el encantador Bar 5 completan la escena perfecta entre chukkas y charlas de vestuario.
Fuera del campo, la familia Savoir se describe como “muéganos” —muy unidos— y eso se nota en su rutina. Disfrutan nadar en el mar, explorar las playas, contratar chefs para cenas íntimas en casa, y pasear por el pintoresco Saint Tropez evitando las horas de mayor calor. Todo gira en torno al polo: cuando hay partido por la mañana, la tarde es para la playa; cuando el juego es por la tarde, el día empieza con descanso y desayuno frente al mar.
Sobre el futuro, Alana tiene la mirada puesta en los próximos pasos de la familia. Su objetivo es que sus hijos mejoren el handicap para poder formar equipo junto a un profesional. También apunta a crecer en torneos femeninos, y ya celebra una victoria reciente en esa categoría. Argentina y Punta del Este están en los planes, como bases de entrenamiento y competencia.
Su historia con el polo tiene raíces profundas. Aunque siempre amó los caballos, fue su hermano, mirando partidos desde su departamento en Buenos Aires, quien le despertó la pasión por este deporte. El confinamiento de 2020 actuó como catalizador: desde entonces, el polo se convirtió en parte esencial de su vida. Según Alana, esta pasión es hereditaria —su bisabuelo, un general de la Revolución Mexicana, montaba hasta los 103 años— y hoy vive en cada chukker familiar.
Para este verano, el desafío está claro: llegar a la final del torneo de 6 goles… y que Liam alcance la del torneo de 12.
Una historia donde el caballo es protagonista, la familia es motor y el polo, simplemente, el lenguaje compartido.
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