Desde PoloHUB despedimos a Rodolfo Fagliano, quien nos ha dejado en las últimas horas. Un fuerte abrazo a sus hijos Eduardo y Héctor y sus nietos Nicolás, Germán y Lucas y a toda la familia que se encarga de darle vida a las botas y que cada detalle salga a la perfección.

Transcurría el año 1888 y Argentina daba la bienvenida a miles de inmigrantes europeos. En uno de los tantos barcos provenientes de Italia, desembarcaban Pedro Fagliano y su mujer Giacomina Spinetta. Juntos comenzaron el legado que hoy sigue estando en manos de sus descendientes: “Casa Fagliano”, reconocida mundialmente como una de las más prestigiosas fábricas de botas de polo del mundo.

De sangre genovesa, luego de vivir cuatro años en el barrio de La Boca, el matrimonio decidió alejarse hacia las afueras de la ciudad y recomenzar su vida en Hurlingham. Allí Pedro se dedicaba a hacer zapatos (profesión que trajo desde su país natal)y botas de campo, dado que para ese entonces “La Perla del Oeste” -poblada en su mayoría por británicos, que construyeron los ferrocarriles- era una zona rural.

Nada fue casualidad en esta historia de cueros, hilos y artesanos: el mismo año que los Fagliano pisaron suelo argentino se fundaba el “Hurlingham Club”, donde la población inglesa de Buenos Aires se acercaba a practicar deportes como polo,tenis, golf, cricket y demás.

Quienes solían jugar al polo se veían obligados a mandar a hacer sus botas a Gran Bretaña, que tardaban meses en llegar. No fue hasta 1930 que un polista se acercó al taller ubicado en Tambo Nuevo 1449, a pocas cuadras del club, para encargar un par de botas similares a las inglesas.

Hasta siempre Rodolfo!

Desde ese entonces y por más de 100 años, “Casa Fagliano” pasó de generación en generación y cada una aportó lo suyo para producir las mejores botas a medida para polistas y personalidades de la realeza, políticos y celebridades.

Artículo con información de Clarin.

Source: PoloHUB Read More 

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